Sólo tú puedes cambiar tu vida y ahora es el momento

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Cada día que pasa lleno de rutina y monotonía es un día perdido. Esta época del año, con la vuelta al trabajo o a los estudios, en la que el verano se va apagando lentamente, resulta uno de los mejores momentos para proyectar un cambio de rumbo y planificar nuestra propia evolución personal.

Independientemente de la edad que tengas, y es que nunca hay demasiado camino andado en la vida, puedes ponerte a trabajar en el tipo de persona que quieres ser en un futuro. Desgraciadamente, la mayoría de nosotros estamos aferrados a costumbres y actitudes que no nos gustan y que nos generan, a su vez, un cierto desasosiego.

Ahora en septiembre, si palpitamos al compás de los biorritmos naturales, o cualquier momento del año es indicado cuando sentimos ese hartazgo de que algo no encaja en nuestra propia vida, que nos resentimos y que no encontramos plenitud dentro de nosotros mismos, para ponerse a valorar el viento y tomar el timón con fuerza y decisión.

En estos momentos, en los que está tan de moda el diseño y la creatividad, ¿y si proyectamos nuestra propia mirada hacia el interior como cartógrafos de nuestra propia vida, sumergiéndonos hacia nosotros mismos, en algo que es prioritario, como nuestra forma de ser?

«Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo» Tolstoi

Detén tus pasos. Reflexiona unos instantes. Si sientes que te afectan mucho las cosas, que te roban la tranquilidad y quiebran tu paz interior con mucha facilidad, que no duermes bien, ni tampoco comes como si el alimento fuera una medicina sanadora sino al compás emocional, que buscas distracciones que te saquen del tedio constantemente o andas juzgándote a ti o a los demás muy a menudo, aunque sea solo dentro de tu cabeza…, tu mente y tu cuerpo te están pidiendo a gritos cambios, gritos que silencias con rutina, con ruido mental, con miedo y pereza, con hábitos que, en el fondo, sabes que son nocivos para ti. Si tu vida no te sienta bien, algo muy importante está fallando y haciendo grietas tu existencia, por las que, con facilidad, entrarán desbordadas las aguas ante cualquier adversidad vital, inundándote la existencia.

Aunque me gusta decir que no soy de mucho pensar ni como hacía el maestro zen Suzuki, “el intelecto no funciona como vehículo hacia la iluminación”, te animo a que hagas una reflexión, que te detengas en tu día día y te concedas un rato para analizar todo lo que no te agrada de ti, ni te gusta de tu vida y escribirlo primera persona. Intenta no escribir “no me gusta que los demás me digan o me hagan”, sino “no me gusta cómo me siento cuando los demás me dicen o me hacen…”.

En este sentido, vas a tener la capacidad de asumir tu responsabilidad y sentirte con todo el infinito poder transformador para cambiar cómo tu mente, tu cuerpo y todo tu organismo, a un mismo ritmo y paralelamente, responden en la dirección favorable. Así, de cada cosa que no te gusta y que no sean más de 4 o 5 para empezar, llévalo a un cambio que sí sea de tu agrado. A título de ejemplo, con matiz orientativo:

  • No me gusta enfadarme y dejarme llevar por la ira > me gusta cuando canalizo mi ira en algo creativo o me pongo en mi sitio con educación y solidez.
  • No me gusta empacharme con una cena copiosa > me gusta la sensación de escuchar mi cuerpo cuando me dice que ya he cenado bastante.
  • Detesto levantarme con la hora pegada y comenzar el día atropellado > me siento fuerte cuando madrugo un poco más y saco tiempo para meditar un ratito y preparar un desayuno saludable.

Escríbelo siempre en positivo, como teniéndolo al alcance de la mano.

Y es que no olvides que solo tú tienes la inmensa capacidad para ponerte a crear tu futuro si no, otros lo harán por ti.

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